Los martes y miércoles doy clase de inglés a un niño por la tarde. Como su madre suele salir de casa antes de que yo llegue para ir a buscar la hermana del niño, todos los días tengo que esperar en la puerta de la calle a que llegue el niño del cole. Suelo esperar un cuatro de hora, porque siempre procuro llegar pronto por si la madre aún no hubiese salido de casa, pero nunca hay suerte.
En el cuarto de hora que espero al chico, siempre hay un señor viejo con bigote que sale a pasear al perro. El señor siempre se queda muy perplejo ante mi espera, cuyo desenlace nunca llega a ver él. Pasea al perro por la acera de enfrente pero no me quita el ojo de encima. Y yo siempre me río sola porque como miro a todos lados por si viniese el niño, se debe de pensar que soy un detective privado o un espía ruso.
Algún día le aclararé la duda al pobre señor y le diré que en realidad estoy planeando el secuestro de su perro.
1 comentarios:
Yo el otro dia ejercí de espía jajaja ya te contaré... Tía si, en ese rato de espera, hablale y cuéntale el por qué de tu espera, te mirara con otros ojos jajajajaja
Publicar un comentario