Una tarde de emociones intensas la del 19J. Quienes se sienten parte de un grupo que reivindica su derecho a participar en la democracia, pueden dar testimonio de lo emocionante que es gritar. Gritar que están cansados de que unos pocos vivan demasiado bien, y muchos otros vivan demasiado mal. Gritar que democracia es una palabra de origen griego que significa que el poder reside en el pueblo. El pueblo gritó. Lo gritaron 20.000 personas muy alto, en las calles más céntricas de la ciudad, pero los jefes siguieron sin oírlo.
A las 19:00 ya había una gran multitud concentrada en el Edificio Paraninfo, con pancartas, disfraces, instrumentos musicales y sobre todo, su voz y su presencia. Tras la lectura de un manifiesto que pocos pudieron oír, comenzó la marcha encabezada por las pancartas que lucían "NO al Pacto del Euro" o "Contra la dictadura de los mercados, NO al Pacto del Euro". ¿Qué es el Pacto del Euro? Una nueva ocasión de tenernos vigilados para que los grandes manipuladores del dinero puedan mantener su posición, y los pobres, sigan siendo pobres. La oportunidad de hacer que España sea más mediocre todavía, pagando deudas que acabarán de hundir al país. Y sobre todo, nuevamente, el rechazo de la opinión del pueblo, la supremacía de unos pocos que se sitúan como gigantes ante los millones de títeres que nunca habían dicho nada.
Nunca habían dicho nada hasta este 19J, aunque ya empezaron a reclamar la decocracia que se merecen desde el 15 de marzo. Un mes acampados en la Plaza del Pilar no parece haber surtido ningún efecto en los jefes. Pero tendrán que tenerlos en cuenta porque se trata de otro poder, el único poder. Democracia, repito, significa que el poder reside en el pueblo. Ellos no se acuerdan, pero este Movimiento se lo va a recordar cada día de su vida, hasta que entren en razón. Porque al fin y al cabo yo soy de las que confía en el género humano, y creo que del mismo modo que yo de repente un día me doy cuenta de lo mal que he hecho algo (aunque antes no lo viera), tendrá que pasar con esa clase política y financiera que ciertamente no parecen personas humanas, pero en el fondo lo son.
El recorrido de la manifestación guió los 20.000 zaragozanos por las calles del centro, al ritmo de los timbales y música de percusión, y algún que otro cántico del tipo "Que no, que no, que no nos representan", o más increpantes incluso, pero no desmerecidos. Hasta llegar a la abarrotadísima Plaza del Pilar, donde tuvo lugar una segunda lectura del manifiesto, esta vez con megafonía y gran alcance de difusión. La sorpresa la puso el final del segundo manifiesto, de des-acampada: "No nos vamos: nos trasladamos. Pero sabemos el camino de vuelta".
El traslado a "El Paraguas", que pocos sabían en qué consistía, tendría lugar veinte minutos después al principio de la Calle Alfonso, para ir todos juntos a buen ritmo a, por lo que se rumoreaba, un edificio que llevaba muchos años abandonado e iba a ser rehabilitado. Calle Alfonso, Coso, Plaza España, Independencia, Plaza Aragón, Sagasta... con la incertidumbre de dónde íbamos. Aunque también se había oído que El Paraguas estaba al lado del Pilar, ya pensaba la multitud que igual les guiaban hasta Torrero. Pero no, el enigma acabó en la Calle Lagasca. Cientos de asistentes a la inaguración del nuevo centro del Movimiento 15M cortaron la calle, y los vecinos se indignaban un poco. Pero mayor es la indignación que siente el que es desoído por los que "mandan".
Algunos entraron a ver el edificio de El Paraguas, otros se quedaron fuera expectantes, ante la amenaza de una posible intervención de la policía, que aguardaba con varias tocineras a la entrada de la calle. En un hueco de la tela que cubría el andamio, se colocó en Paraguas sobre fondo amarillo, símobolo de los Indignados zaragozanos. Y se tiró el cartel que anunciaba el estado de venta del edificio, propiedad de Servihabitat, una inmobiliaria del grupo La Caixa. Un representante del Movimiento leyó el manifiesto, en el que se anunciaba que el edificio era ocupado como nuevo lugar de trabajo de los Indignados -porque lo cierto es que en la Plaza del Pilar las condiciones no eran las idóneas-, y de todo el que quisiera. Porque mucho hay que trabajar, teniendo en cuenta la que nos está cayendo encima.
Se abre el debate: ¿es lícito ocupar un edificio que no es de tu propiedad? Tengo sentimientos encontrados acerca de este tema, porque siempre he creído que las reglas están por algo, y yo sí creo en la propiedad privada, no me considero nada comunista. PERO en este caso lo veo justificado porque la legalidad es concepto muy difuso que pocos cumplen, ni siquiera los que la deciden. Además, el edificio en cuestión no pertenece a un particular sino a una entidad que ya tiene mucho dinero, y muchos edificios. No les pasa nada por ceder uno que lleva tantos años abandonados, y que en vez de ser habitado por ratas, sea por un grupo de jóvenes que quieren hacer del mundo algo mejor.
Espero que El Paraguas de verdad sea un centro de trabajo desde el que se puedan llevar a cabo proyectos para mejorar esta sociedad que de verdad, los necesita.
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