Aquí nadie se queda quieto. El lunes, Y y yo fuimos al Chicago's History Museum y lo aprendimos todo sobre esta ciudad que nos tiene encandiladas a las dos. Por la tarde, la chica española que había llegado el domingo decidió que se mudaba a la residencia y la acompañé a casa no muy tarde para que recogiese sus cosas. Aunque repetí a Jenny varias veces lo cansada que estaba, a ella le importaba ocho pimientos y decidió montar una fiesta de pijamas: ella ponía la bebida. Me engañó y me dijo que era una bebida coreana muy parecida a la cerveza, pero cuando lo probé creí que aquello tenía más grados que el vodka ruso. En algún momento de la noche me dejó dormir.
El martes se empeñó en ir andando a donde habíamos quedado con Yolanda, y llegamos tarde, claro, en una ciudad tan grande el metro está para algo. Inconvenientes afuera, fuimos al Art Institute de Chicago, a flotar en las nubes un poco. Primera sorpresa, de repente: Matisse. Bueno, teniendo en cuenta que era una exposición itinerante sobre el arte contemporáneo tenía su lógica. Pero por poco alcanzo el éxtasis cunado entramos en el salón de los impresionistas.
El martes se empeñó en ir andando a donde habíamos quedado con Yolanda, y llegamos tarde, claro, en una ciudad tan grande el metro está para algo. Inconvenientes afuera, fuimos al Art Institute de Chicago, a flotar en las nubes un poco. Primera sorpresa, de repente: Matisse. Bueno, teniendo en cuenta que era una exposición itinerante sobre el arte contemporáneo tenía su lógica. Pero por poco alcanzo el éxtasis cunado entramos en el salón de los impresionistas.
El primero fue, no podía ser de otro modo, mi querido Cézanne con su Madame. Oh my godness. Le siguió Monet, Toulouse, Gauguin, Van Gogh, Seurat... Me detuve mucho rato pensando en las pinceladas cargadas de furia que dejaba Van Gogh en su Habitación, o Autorretrato, y pensé que en esos momentos yo sería capaz de hacer algo semejante. Solo faltó mi favorita: La noche estrellada. Los Nenúfares de Monet, las Tahitianas de Gauguin... Podría estar hablando de ello durante horas porque jamás he visto tanta belleza junta. Salí, efectivamente, flotando en las nubes, y fuimos a comer a uno de los restaurantes más antiguos de Chicago, con unas vidrieras muy monas, pero ya nunca nada tendría parangón con lo que acababa de ver.
El resto no es de ningún interés hasta este mismo momento, las 10:09 en Chicago, después de haber cenado una rica tortilla de patata. Me voy corriendo a la cama antes de que llegue Jenny con muchas ganas de hablar del musical. Mañana iremos a Chinatown, ¡como si tuviera poco con una china!
El resto no es de ningún interés hasta este mismo momento, las 10:09 en Chicago, después de haber cenado una rica tortilla de patata. Me voy corriendo a la cama antes de que llegue Jenny con muchas ganas de hablar del musical. Mañana iremos a Chinatown, ¡como si tuviera poco con una china!
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