Cada día aprendo alrededor de ochenta cosas nuevas en Chicago. Es maravillosa. Me pierdo, me encuentro, me vuelvo a perder. Hoy me tienen que venir a buscar a Grayslake, el pueblo de al lado, porque el siguiente tren que iba a Round Lake llegaba tardísimo. Aquí tardísimo son las siete y media, hora de cenar.
Ayer llegué casi a las nueve porque hubo retrasos durante todo el día por la tormenta de la mañana. Casi vuelvo locas a Pat, Ashley y Sidney porque el móvil que me han dejado apenas suena y no les cogí ninguna de sus cientos de llamadas. Pero ellas también me vuelven loca a mí porque una consecuencia de la lluvia es que se va la luz de las casas de los pueblos. De modo que ahí estaba yo, cenando pollo y patatas asados en la barbacoa, cuando me dice Pat que se lleva a las chicas a dormir a casa de una amiga porque si no no podían ver la tele.
Estaba sola, con un perro gigante, aunque Buzz (de Buzz Lightyear) tenía el mismo miedo que yo; en una casa prefabricada en medio de la nada. Cené corriendo y me subí al cuarto a leer con una linterna, hasta que el calor me dejó dormir. Aún no sé si hoy habremos recuperado la luz, depende de cuándo publique este post.
Hoy he tenido mi primera clase de inglés: ha sido muy entretenida pero como con Peter en ningún lado. Aunque han sido dos horas, han pasado muy rápido porque eran al mediodía, y ya habíamos estado patenado la ciudad.
Pateando literalmente: tras visitar el Contemporary Art Museum, hemos subido a la Water Tower, el único edificio que sobrevivió al incendio de Chicago. Desde ahí arriba, los rascacielos parecían insignificantes.
CHICAGO IS REALLY AWESOME
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