jueves, 10 de noviembre de 2011

Alicia

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No te sostienes. Hay días que no se sostienen ni a sí mismos. Hay días que piensan (ellos, los días): "no debería haber amanecido hoy" porque es consciente de que te están puteando. Prométeme otra vez que seremos adorables con nuestro bastón porque si tú no me llevas  yo ya no sé en qué creer. Es que ha venido disfrazado: aunque no estamos en Alemania , la lluvia suele sentar mal pero peor ha sentado el sol y la parada del cierzo que a lo mejor era el que obligaba a mantener la cordura. Un sueño, o dos, o tres pueden hacer que cambie todo desde que te levantas. Pero, ¿qué está pasando aquí? Es como vivir un día en el interior de una burbuja en el País de las Maravillas. ¿Es real esto? No creo, igual este es el cuarto sueño. Me pellizco. Duele. Lo vuelvo a intentar. ¿Pero qué gilipolleces estoy haciendo? A lo mejor todo está cambiando, ya dije que estoy en plena evolución, (¿o revolución?).

lunes, 7 de noviembre de 2011

No es país para viejos

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Es como si te hubieras puesto silicona y hubiera salido mal la operación. Sabes que tienes que ser feliz y sentirte privilegiada solo por estar viva, pero no en esos momentos. El optimismo no aparece ni tìmidamente al otro lado del espejo, donde solo ves un monstruo con la cara hinchada. Si acaso el afán de superarlo, porque puedes caerte
pero levantarte es obligatorio.
A la mierda, hoy no quiero aprender nada.

jueves, 27 de octubre de 2011

Llueve

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A él le encantaba la lluvia. Ella decaía cada vez que caían cuatro gotas. Pero cuando su vida se volvió un frenesí de actividades, tuvo que cambiar muchas de las cosas que antes le gustaban o le disgustaban. Cambiar. Madurar. Siempre había pensado que no le gustaban los cambios, pero estaba en el mejor momento de una evolución (¿o revolución?). 
Antes, la lluvia siempre le traía la inspiración. Inspiración, ¿por qué le abandonaste? A lo mejor era otro cambio. Lo que empezó siendo pasión literaria se convirtió en pasión por la realidad, por lo que pasa día a día en su ciudad, en su país, en el mundo. Con sus temas favoritos y menos favoritos, pero... distinto. 
Seguro que cualquier día vuelve, seguro que en el fondo no ha dejado de ser una romántica. Pero por ahora no tenía tiempo de pensar en pajaricos preñaos. La cruda realidad (aunque a ella le atrajeran los aspectos menos crudos de la realidad) era la que mandaba.

lunes, 24 de octubre de 2011

Arte y ciencia

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¿Que arte y ciencia están reñidos?¿Te encanta el arte pero la ciencia te parece aburridísima? A lo mejor es momento de cambiar ese pensamiento, y te lo dice alguien que siempre ha pensado que cuanto más lejos de la ciencia, mejor. 

En Arte y ciencia,  la exposición que estará en Paraninfo hasta el 17 de noviembre nos demuestran que de la ciencia puede surgir arte. Un grupo de científicos y artistas se unen para explicarnos cuál es la relación entre ambas disciplinas.

Composiciones musicales surgidas a partir de la composición de las moléculas del genoma humano; fotografias de cristales líquidos que perfectamente podrían ser obras de pop-art; una escultura que nace de la geometría propia de la estructuras matemáticas... Pero lo que más llama la atención de los espectadores es una instalación interactiva en la que cada uno puede componer su propio cuadro, solo con sus movimientos, situándose sobre alfombras de diferentes colores. El resultado es un original cuadro abstracto que nosotros mismos hemos creado.

Arte y ciencia nunca habían estado tan unidos, gracias a las nuevas tecnologías. El conocimiento es lo más grande que podemos tener los humanos, no lo despreciemos. Tanto el arte como la ciencia componen cada aspecto de nuestra vida, por eso no es raro que encontremos inspiración tanto en un lado como en otro.

Sonreír es una forma económica de mejorar tu aspecto

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Cuando lloraba se le hinchaba la cara y se encontraba mal. Pedía que alguien le tocara la frente porque se le ponía un dolor de cabeza insoportable. Encima era una llorona. Pero un día decidió que no podía verse con la cara hinchada ante el espejo tantas veces. Era como ver a un monstruo al que no reconocía porque su filosofía -siempre había pensado- era la de sonreír. Por eso además de sonreír tuvo que tomar algunas decisiones. Era perfectamente consciente de qué era lo que le impedía estar entera, así que lo cambió, lo evitó e hizo como que no existía. Desde ese momento las sonrisas gratuitas cobraron mucho más sentido porque lo que la atacaba ya no estaba. Ni rastro. Era el momento de sonreír de verdad, sintiéndolo tan profundamente como sentía aquél dolor. ¡Y lo que le enorgullecía que alguien le dijera de vez en cuando que daba gusto verla sonreír siempre! 

Vuelvo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

No habrá paz para los malvados

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Como dijo el director ayer, en la primera sesión del ciclo de cine "La buena estrella" -organizado por la Universidad de Zaragoza- con semejante título ("No habrá paz para los malvados") sacado de la biblia, hay que ir al grano, sin tonterías. No la he visto aún, pero ayer Enrique Urbizu y Helena Miquel me dejaron con las ganas, y queda con el recuadro sin marcar de las tareas obligadas, pese a que por más veces que veo el tráiler, no le encuentro la gracia. Qué contradicciones.


De ayer aprendí muchas cosas. La conclusión que tengo a priori es que hice el ridículo. Pero eso solo lo sé yo, porque pese a todo me supe defender. Mis expectativas eran colarme en la rueda de prensa, grabar lo que los periodistas (un gran número, esperaba yo) preguntaran, y si me quedaba alguna duda después de todo, hacer preguntas yo. 

Cuando llegué me enteré de algunas cosas "confidenciales" sobre la película que la representante hablaba con alguien, y de que Juanjo Artero no había acudido porque había perdido el tren tras el rodaje de El Barco. Era él mi motivo principal, pero ahí me quedé esperando hasta que el alegre Luis me dijo que me sentara en unas sillas a dos palmos de los que iban a ser entrevistados. Solo había 3 sillas, por lo que a parte de mí, solo había dos periodistas. Estos periodistas venían más a copiar lo que dijeran Enrique Urbizu y Helena Miquel que a hacerles preguntas. Que no tuviera yo preguntas preparadas vale, porque no pensaba hacérselas, pero ellos sí. El momento me produjo una gran decepción al ver que el periodismo cultural en Aragón está de capa caída. 

Salí del paso de la entrevista y pregunté lo que pude. Nota para el futuro: última vez que no ves una película si te encuentras con sus creadores. Nunca sabes lo que puede pasar. Menos mal que me había documentado más o menos bien. Pero la sensación que me queda es que quiero aprender mucho más, que viendo mi primera experiencia como informadora del mundo de la cultura soy un cero a la izquierda; pero lo bueno es que no hay mucha competencia y me quedan tres, incluso cuatro o más años para formarme. Y por último, que equivocándome como hice ayer, sé que no me volverá a pasar. Por otro lado, un gustazo que me trataran como a una profesional.

lunes, 12 de septiembre de 2011

The best souvenir from Chicago

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jueves, 8 de septiembre de 2011

Días de vértigo

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No encontraré droga más sana que la valeriana, dije el otro día. Alguien me dijo una vez que la valeriana era mala para la salud si se abusaba de ella porque creaba cierta adicción. Yo abuso de ella porque con la cantidad de cosas malas para la salud que hay por todos lados, no creo que encuentre una mejor.

Una de sus propiedades es que aniquila el estrés, pero en menuda contradicción caigo si digo que a mí me gusta el estrés. Me gusta la valeriana para quedarme tranquila pero me encanta la excitación del café, que te hace tener ganas de todo. Me gusta la sensación de ir como una moto y de querer reírme por todo, incluso porque ela balanza de pagos de Portugal reafirma su posición deudora frente al resto del mundo, que es un drama... 

La valeriana trae un caballito de mar-serpiente hasta mi cuarto. Serpentinea-galopa por todas partes y deja un ambiente adormecedor perfecto para meterme en mi cama nueva, con esas sábanas nuevas tan suaves de círculos rosas, y soñar con un mundo perfecto hasta que a las 6:00 suene esa canción de Los Madison que tengo de despertador: "Mañana te recojo en la estación. Mañana dejaremos el calor de esta avenida. Mañana cambiaremos el sonido del despertador. DÍAS DE VÉRTIGO". Y café nuevamente.

martes, 6 de septiembre de 2011

Tapones

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No oigo nada. Qué paz. Con los tapones puestos solo soy capaz de escuchar mi respiración y mis latidos. Pero esa soledad, aparentemente tan pacificadora es tormentosa: me recuerda que no es aquí donde quiero estar. Las hileras verdes ya empiezan a darme náuseas. ¿Serán las chocobolas? Siempre me como dos de postre: una blanca y otra negra. Me entran ganas de llorar porque el café está perdiendo efecto y me da el bajón. Es todo un ciclo de rituales que hacen que estudiar  parezca cancerígeno. Es el peor momento para pensar, para extrañar. Porque no puedes correr a darle un abrazo o llamarle para tomar algo: te tienes que quedar aquí, quieta; en esta silla, frente a las mareantes hileras verdes. Todo el día. Solo un niño de 11 años (casi 12) me saca una sonrisa unas horas después. Y volver a casa. Y hablar. Para que alguien diga que se me da bien estudiar.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Volvamos a empezar

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Sería lo mejor.  A lo mejor no es tan difícil si estuvesen dispuestos a perdonar, a darse cuenta de que yo no tengo nada que ver con todo lo que rechazan. Son diferentes historias, y habrán podido comprobar que yo no guardo ningún tipo de resquemor. Mi tía ha dicho que se emociona por reunirnos todos, yo lo haría si no supiese que hay quien me mira mal, o raro, o quien me mira con el objeto de tener algo que criticar. A mí también me gustaría, por supuesto, tener esa sensación. Pero no puedo tener la paz de quien se siente en el seno de un grupo porque historias del pasado me hacen sentir al margen. Hasta que comprueban que no estoy tan al margen, que me involucro, que me importan y que me lo curro.

jueves, 25 de agosto de 2011

Villa Escopeta

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Estaban sentados en un banco, decidiendo a qué se parecía la forma de cada nube. Lo malo era que no había ninguna nube en el cielo, así que resultaba un juego un poco lento. De repente en ese parque, en ese pueblo, no parecía que hubiera ningún problema más grave que la impaciencia por ver otra nube divisarse en su campo de visión. A pesar de todos los problemas que había en el pueblo, la suya era una generación todavía pura y sin maldad. Ellos no querían problemas con nadie, pero era lógico que se posicionaran. Aunque posicionarse traía represalias, por supuesto. Lo de la intimidad era lo de menos, pero el propio derecho a expresarse estaba agotándose. Ellos no escribían por miedo a las represalias, la censura se instauró en su propia mente y los asuntos  que siempre ocupaban las bocas de todo el mundo (algunos, temerosos de que nadie los oyera) los estaban consumiendo. Hay gente que sabe muy bien cómo hacer daño, y parece que pueden vivir felices con ello. Ellos preferían continuar sin molestar a nadie, centrados en los buenos momentos en el parque mirando las nubes. Pero hay quien no es capaz de permitir que alguien lo haga de ese modo, y tiene que impedirlo. Así que la vida se tornó una batalla entre los que querían atormentar a otros, y los que intentaban no morir atormentados. 

Pero al final nadie tiene la razón; es la mente humana, es el ser humano, es la vida misma. Cada uno elige su propia filosofía de vida, y no una tiene por qué ser mejor o peor porque nadie puede ser objetivo y determinar una decisión óptima: siempre habrá a quien le guste y a quien le moleste cada cosa que hagas. Por eso, ellos comprendieron que el camino correcto no era el de agradar, pero tampoco el de atormentar.
-Como si fuera tan fácil- pensó él -siempre hay intereses que nos obligan a cooperar con otros. 
-Exacto-, respondió el otro, -por eso es importante labrar nuestro propio camino con nuestros objetivos y tenerlos muy claros. 
-¿Pero acaso no sería esa una vida muy planificada, dejándonos poco espacio al disfrute personal?. -Amigo, tienes que aprender a compaginarlo, ambas cosas son posibles.
-No me extraña que haya tanta gente con ganas de hacer daño, es mucho más fácil que pensar cómo hacer las cosas. 
-Ese es el problema de la sociedad moderna, que nadie piensa en nada. Ni siquiera nosotros que preferimos perder el tiempo observando las nubes.
-Hay tanta gente que piensa por nosotros...
-¿Y acaso tienen ellos un cerebro superior al nuestro? Es exactamente el mismo, así que podemos hacerlo por nosotros mismos. 
-Lo intentaré, pero será duro. 
-Tenemos que empezar un largo camino para intentar que cada uno piense por sí mismo. Aunque eso podría ser peligroso, si todos piensan el porqué de todo, no permitirán muchas de las cosas que suceden diariamente.
-Debemos arriesgarnos.

sábado, 20 de agosto de 2011

Por volver de alguna forma

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Siempre pensé que la vida está dividida en ratos buenos y malos. Los malos son un pozo pero los buenos son tan maravillosos… Claro está que la inspiración, o el impulso por plasmarlo es mayor cuando estás en el pozo, a cuantos más metros bajo la tierra mejor. Luego llegan esas personas que pueden hacer que todo cambie en el momento menos pensado y se torne azul, porque cada vez que digo rosa mi amiga Marta me intenta convencer de que ese no es el color adecuado, aunque nunca llegamos al acuerdo de cuál es. Ella por supuesto dice que el negro pero yo creo que solo se ve todo negro cuando apagas la luz, y eso suele ser sinónimo de descanso, de modo que se ve todo negro cuando estás descansando, que es un buen momento, pero creo que perdemos muchas horas de nuestra vida durmiendo y que no es lo más importante. O a lo mejor puedes tener muchos sueños raros con muchos colores, que te crean una sensación muy rara cuando despiertas, pocas veces placenteras. Claro que para formas de placer cada uno tiene su opinión formada, y hay muchas variantes. Pero a mí lo que mayor placer me producen son las cosas bonitas, que dicho así suena muy ñoño, pero solo cuando estoy rodeada de cosas bonitas me siento completa. Desde este punto de vista, lo mejor sería que me encadenara en el interior de un museo, pero tengo que planearlo bien para que no me cause problemas. 

lunes, 1 de agosto de 2011

Desde Amsterdam con nostalgia

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Imposible dormir en este avión rumbo a lo cotidiano. La diferencia horaria no deja que el cuerpo tenga sueño. O quizás como alguien dijo, volver y contarlo sea un premio. En cualquier caso es una situación extraña, que mezcla mi pena por dejar la ciudad más bonita que he visto en mi corta andadura como viajante, y las ganas de volver a ver a todos. ¿El mejor recuerdo? Las Miller, sin duda, y esa casita encantadora en Round Lake.

Chicago, ciudad de contrastes. A veces maravillosa y a veces cruel. Si no compensara, no echaría de menos cada uno de sus rincones a pocas horas de haberla dejado. De la windy city paso a la ciudad del cierzo, y al pueblo de la tierra madre, la vida padre. Es la realidad, tan bonita como estas vacaciones, así que me siento afortunada.

jueves, 28 de julio de 2011

Una espía en Chicago THE END

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Me acuerdo de cuando vine: los nervios, la maleta, la espera, no ver a Miguel en tantos días, la gente nueva, el inglés, los rascacielos, la escuela de Chicago... El primer día miraba absolutamente boquiabierta a cada detalle de mi alrededor. No era para menos. Me parece asombrosa la rapidez con la que nuestra mente y nuestro cuerpo se aconstumbran a un sitio nuevo. Ya no me parecen los edificios tan grandes ni yo me siento tan pequeña. Ya me he acostumbrado a esta ciudad: Chicago ya no será para mí algo inalcanzablemente sublime, pero yo siempre seré lo que sea (en parte) gracias a la ciudad del viento.

domingo, 24 de julio de 2011

Last weekend

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El día ha sido muy movido aquí: me he levantado encontrándome bastante mal porque me he resfriado un poco (los cambios de temperatura, las lluvias inesperadas, el aire acondicionado de todos lados en contraste con el calor...). Pero cuando he bajado estaban preparando un desayuno que te mueres: dos tostadas de pan rellenas con queso filadelfia y fresas, pasadas por la sartén rebozadas en huevo, y con sirope. Se me han quitado las penas en un momento. Después, Ashley y Sidney (las hijas de Pat), Jenny (la taiwanesa), Laetitia (la francesa) y yo nos hemos ido a otro estado: Wisconsin, a un Outlet más gtance que todos los centros comerciales de Zaragoza juntos. También ha habido centro comercial en Guarnee Mille, donde nos hemos reunido con la amiga de Ashley (la hija mayor), Shina, y su hermana Erika, y hemos seguido tirando de tarjeta. Shina nos ha invitado a cenar a casa de sus abuelos, una barbacoa en un jardón gigante. Eran dos abuelitos encantadores, y hemos hablado un montón sobre americanos, españoles, franceses... really nice.

Cuando hemos vuelto a casa hemos conocido a una compañera nueva, que viene en lugar de la española que solo aguantó un día antes de mudarse a la residencia. Es china y tiene 34 años, es muy rara, pero ya me estoy acostumbrado. Y nada va a estropear mi última semana aquí.

jueves, 21 de julio de 2011

Una espía en Chicago I

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Una de las muchas negras que controlan el tráfico da con su pivote de plástico a un coche que se ha estacionado en la puerta de Union Station, impidiendo que el autobús llegue a su parada. El señor gordo que está sentado detrás de mí llama a su mujer para decirle que llegará a Round Lake a las 7 pi eim. Ya no tengo que preocuparme por saltarme la parada: con esperarle basta.

Lo que sí me preocupa es que Jenny haya cogido también el tren de las 5:50 y esté en el mismo vagón. Pero entonces un señor trajeado se sienta a mi lado, camuflándome detrás de las grandes páginas de su Chicago Tribune, abierto por las páginas de Chicagoland.

Ayer hubo problemas con la electricidad de los trenes y estuvimos durante mucho rato sin aire acondicionado. Es terrible el calor que está haciendo estos días, aunque el contraste entre los sitios cerrados (donde el aire acondicionado es más importante que la luz) y la calle nos dejará a más de uno el resfriado como recuerdo de Chicago. 


Martes con los impresionistas

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Aquí nadie se queda quieto. El lunes, Y y yo fuimos al Chicago's History Museum y lo aprendimos todo sobre esta ciudad que nos tiene encandiladas a las dos. Por la tarde, la chica española que había llegado el domingo decidió que se mudaba a la residencia y la acompañé a casa no muy tarde para que recogiese sus cosas. Aunque repetí a Jenny varias veces lo cansada que estaba, a ella le importaba ocho pimientos y decidió montar una fiesta de pijamas: ella ponía la bebida. Me engañó y me dijo que era una bebida coreana muy parecida a la cerveza, pero cuando lo probé creí que aquello tenía más grados que el vodka ruso. En algún momento de la noche me dejó dormir.

El martes se empeñó en ir andando a donde habíamos quedado con Yolanda, y llegamos tarde, claro, en una ciudad tan grande el metro está para algo. Inconvenientes afuera, fuimos al Art Institute de Chicago, a flotar en las nubes un poco. Primera sorpresa, de repente: Matisse. Bueno, teniendo en cuenta que era una exposición itinerante sobre el arte contemporáneo tenía su lógica. Pero por poco alcanzo el éxtasis cunado entramos en el salón de los impresionistas. 

El primero fue, no podía ser de otro modo, mi querido Cézanne con su Madame. Oh my godness. Le siguió Monet, Toulouse, Gauguin, Van Gogh, Seurat... Me detuve mucho rato pensando en las pinceladas cargadas de furia que dejaba Van Gogh en su Habitación, o Autorretrato, y pensé que en esos momentos yo sería capaz de hacer algo semejante. Solo faltó mi favorita: La noche estrellada. Los Nenúfares de Monet, las Tahitianas de Gauguin... Podría estar hablando de ello durante horas porque jamás he visto tanta belleza junta. Salí, efectivamente, flotando en las nubes, y fuimos a comer a uno de los restaurantes más antiguos de Chicago, con unas vidrieras muy monas, pero ya nunca nada tendría parangón con lo que acababa de ver.



El resto no es de ningún interés hasta este mismo momento, las 10:09 en Chicago, después de haber cenado una rica tortilla de patata. Me voy corriendo a la cama antes de que llegue Jenny con muchas ganas de hablar del musical. Mañana iremos a Chinatown, ¡como si tuviera poco con una china!

Pesadilla en Chicago

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Chicago, 9:37 de la noche, hora local. Una joven española está sentada frente a su ordenador en alguna parte del mundo muy opuesta a la que le pertenece. Es un lujo poder disfrutar de la tranquilidad, algún rato. Desde que llegó Jenny, mi compañera de cuarto taiwanesa, aquí no ha habido un solo día de paz. A parte de que me despierta por la noche porque no tiene sueño y le apetece hablar, si no es que ha quedado para chatear con alguien a las 3 de la madrugada. Aunque se me pega como una lapa todo el día y no deja de repetir "we will go together!", es desagradable cuando habla porque hace ruidos y come con la boca abierta, si no es que habla al mismo tiempo. Pocas veces había tenido la sensación de no poder soportar en absoluto a una persona, pero en Chicago tenía que vivirlo, y encima las 24 horas. Afortunadamente esta noche se ha ido a ver el musical de West Side Story y volverá cuando yo esté dormida, aunque sé que no tendrá inconveniente en despertarme.

domingo, 17 de julio de 2011

AWESOME

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Esta ciudad no deja de sorprenderme. Cuando crees que ya has visto lo más espectacular, surge algo superior. Un fin de semana redondo, al que solo pongo una pega: las protuberancias que me están saliendo en los pies. Y les he dicho muy seriamente: "Aunque os pongáis en mi contra, no voy a dejar de andar, así que vosotros elegís si con dolor o sin dolor. Ellos eligen con dolor. Pero a pesar de ello, ya se está formando una capa de piel dura como a los aborígenes australianos y espero que la semana se desarrolle satisfactoriamente.

Pies aparte, menuda pasada el musical de La Bella y la Bestia, una de las cosas más bonitas que he visto en mi vida. Ello, unido a un emplazamiento privilegiado en el Oriental Theatre, me han dejado extasiada. Antes de ir al musical, Y y yo hemos estado desayunando en la típica cafetería de huevos revueltos, y ya nos hemos quedado comidas para todo el día. También hemos estado en un rastrillo de los domingos, pero eso prefiero no recordarlo porque he estado a punto de derretirme, parecía que nos habíamos trasladado al desierto, de repente. Y antes incluso, ayer por la tarde-noche pudimos disfrutar de un típico festival de música y artes, con un Funnel Cake para poner el broche de oro. 

Cuando he llegado a casa tenía roommates nuevas: Laetitia, de Toulouse, y Bea, de Madrid. Además, de Jenny (no se escribe así porque es taiwanesa, pero aquí se americaniza rápidamente), que está conmigo desde el viernes. Están pensando en mudarse a la residencia por lo lejos que estamos de la civilización, pero yo ya le he cogido el gustillo a esta casa y a este pueblo, incluso al tren de cercanías. Cada vez que Pat nos pilla a Bea y a mí hablando en español nos echa la bronca, así que el destino querrá que aprenda inglés. Es broma, estoy aprendiendo un montón cada día que pasa. 


Mañana empezamos ya la segunda semana en Chicago, a ver si la exprimo tanto como la anterior porque estaré en España en un vuelo (no hace mucha gracia, ¿no?).

viernes, 15 de julio de 2011

Y el tercer día se hizo la luz

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Cuando llegué ayer a casa, después de caminar, a tientas, desde la estación sin perderme, por fin teníamos luz. Pat estaba cocinando todo lo que se le había ido descongelando, para que no se echara a perder, y ahora hay varios kilos de brocoli y pollo en la nevera. Estar en esta casa, después de todo, me reconforta. Hoy he llegado a casa absolutamente cansada y dolorida, pero aquí me siento mejor. 

Hoy he podido comprobar que los taxidermistas del Museo de Historia Natural de Chicago hacen su trabajo bastante bien, aunque es raro ver a tantos animales disecados como había en el arca de Noé. Una mañana intensa después de un madrugón con todas las letras, porque hoy tenía clase muy pronto. Pero se recuperan y que nos quiten lo bailao: como no nos daba tiempo a dar el paseo en barco por el Río Chicago, hemos cogido la blue line de metro, y nos hemos plantado en medio de la nada, dispuestas a encontrar algo. No os preocupéis, teníamos objetivo y mapa, y dando varias vueltas que casi desesperan a nuestra acompañante, hemos llegado a Greektown. Encantador, me quedo con las ganas de volver a uno de esos pequeños restaurantes con banderas azules y blancas; aunque no son para menos los que estaban por ver en Little Italy. 

Chicago alberga muchas sorpresas, y solo me quedan algo más de dos semanas para descubrirlas. No me voy a quedar quieta. Se aproxima un fin de semana intenso, también. Seguiremos informando desde la corresponsalía en Chicago.

martes, 12 de julio de 2011

¡Que no pare la fiesta!

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Cada día aprendo alrededor de ochenta cosas nuevas en Chicago. Es maravillosa. Me pierdo, me encuentro, me vuelvo a perder. Hoy me tienen que venir a buscar a Grayslake, el pueblo de al lado, porque el siguiente tren que iba a Round Lake llegaba tardísimo. Aquí tardísimo son las siete y media, hora de cenar.

Ayer llegué casi a las nueve porque hubo retrasos durante todo el día por la tormenta de la mañana. Casi vuelvo locas a Pat, Ashley y Sidney porque el móvil que me han dejado apenas suena y no les cogí ninguna de sus cientos de llamadas. Pero ellas también me vuelven loca a mí porque una consecuencia de la lluvia es que se va la luz de las casas de los pueblos. De modo que ahí estaba yo, cenando pollo y patatas asados en la barbacoa, cuando me dice Pat que se lleva a las chicas a dormir a casa de una amiga porque si no no podían ver la tele.

Estaba sola, con un perro gigante, aunque Buzz (de Buzz Lightyear) tenía el mismo miedo que yo; en una casa prefabricada en medio de la nada. Cené corriendo y me subí al cuarto a leer con una linterna, hasta que el calor me dejó dormir.  Aún no sé si hoy habremos recuperado la luz, depende de cuándo publique este post.

Hoy he tenido mi primera clase de inglés: ha sido muy entretenida pero como con Peter en ningún lado. Aunque han sido dos horas, han pasado muy rápido porque eran al mediodía, y ya habíamos estado patenado la ciudad.

Pateando literalmente: tras visitar el Contemporary Art Museum, hemos subido a la Water Tower, el único edificio que sobrevivió al incendio de Chicago. Desde ahí arriba, los rascacielos parecían insignificantes. 

CHICAGO IS REALLY AWESOME

lunes, 11 de julio de 2011

Una espía en Chicago

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La hora de tren que hay entre Chicago y mi casa en Round Lake (Chicagoland) es buen momento para recapitular.  Madrugar no importa, hoy no ha importado; incluso estaba despejada. Es la ilusión que no te deja tener sueño cuando tienes muchas ganas de algo. 

“Tickets, please” canturrea el revisor. Tome, tome, ya puede revisarlo después de los doscientos dólares que me estoy gastando en transporte público. Ni siquiera eso importa. Chicago no deja de ser un sueño incluso estando aquí mismo. El LOOP lleva dejándome boquiabierta todo el día. Cada edificio era igual o más asombroso que el anterior.

Lo malo –en todo paraíso hay una manzana­– es la irregularidad con la que es capaz de cambiar el tiempo. Cuando salía de casa a las six ei eim, el calor me ha dado un bofetón. Pero cuando bajaba con Pat (mi madre americana) del autobús, ha empezado a llover como si fuera la última vez.

 He estado toda la mañana empapada, mientras un grupo de americanas gritonas, staff de EF, repetía que llegar tarde a clase por culpa de la lluvia no era una excusa. Me han entrado ganas de decirle que si, tal y como prometían, las casas estuvieran a menos de una hora de la escuela y no a dos como es mi caso, a lo mejor la lluvia no tendría tanta culpa, porque el transporte público se retrasa. 

Así y todo, este no es un blog de crítica a EF. Daría para rato, pero ya hay otros. Mejor nos centramos en las maravillas de Chicago, como la pizza que nos hemos comido hoy:



Chicago, here I am

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Cuando te pones nervioso nada va bien. Es un hecho científicamente comprobable. Nos vamos a la cama porque mejor pensar en que mañana será otro día. Mañana será mi día. Hoy sido un día de esos de muchas más de veinticuatro horas, en los que el acumulamiento de cansancio no deja que salga nada bien. 
Después de un vuelo en el que cinco horas se me han pasado volando entre la pantalla mágica, los accesorios y el cátering, y las otras cinco se me han hecho eternas porque se me ha puesto un dolor de cabea insufrible, y por más que intentaba dormir y falta me hacía (y hace) no había manera; mi chófer se pierde durante 45 minutos, no me extraña, hasta encontrar mi casa. Sorpresa: EF me ha cambiado la casa sin decirme ni mu. Una casa regentada por una señora cuanto menos curiosa, y sus hijas muy diferentes a ella. Un poco de bajón me ha dado, pero sobre todo porque de 30 minutos del centro, había pasado a hora y media. Mañana buen madrugón para estar prontico en la Escuela para nada, pero los viajes en tren y bus no me los quita nadie, y que me voy a perder, tampoco. 

Todo es tan americano. Yo me repetía: es tal cual como en las películas. A parte de las típicas casitas prefabricadas (yo vivo en una de ellas), con la ranchera aparcada a la izquierda, después de cenar hemos ido a comprar al supermercado. Jamás había visto tantos tipos de cereales y leche distintos. Al parecer, me voy acercando a la familia, y ellas van depositándome un poco de confiana, que yo creo que alguien se la ha arrebatado. Y en tal caso, como he llegado a la conclusión de que mejor tomármelo con tranquilidad, he podido hacer que los aparatos tecnológicos, los que me conectan con una vida, que aunque desordenada, la prefiero muchas veces a esta descordura americana. Es verdad que cuando esstás lejos necesitas cerca esos elementos que te hagan sentirte esencial en algo, que tienes unas raíces, que tienes a alguien que jamás te habías parado a pensar en lo perfecto que era.

domingo, 10 de julio de 2011

Autobuses A Locos Servimos Asientos

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Una película. No de miedo, sino en de autor, o cine alternativo. Solo un 15% de los viajeros de este bus de ALSA somos españoles. Detrás nuestro, un señor ronca como si no hubiera mañana. Un chiflado a ratos se levanta y da vueltas por el autobús, discute con alguien, habla en inglés... Miguel dice que estará drogado, pero yo creo que es algo interno, que aunque se drogue, algo de locura traería de su casa. Claro que para hablar de locos hay que ser muy relativos, porque creo que todo el mundo alberga un ápice de majadería en algún lugar de su interior. Me duele la tripa, y aunque Miguel dice que necesito ir al baño, yo sé que son los nervios de si daré la talla en esta aventura.

Ahora estamos abrazados, con la misma intensidad que el sonido de los ronquidos del extranjero (nunca se me ha dado bien identificar acentos). Del autobús solo se ven las lucecitas naranjas del aire acondicionado, la radio, mi Blackberry, y mi reflejo en la pared. Miguel duerme porque el viaje se le está haciendo eterno. Yo no quiero perderme ni un segundo de la aventura. Pero por otro lado me gustaría hacer eterno este momento. Los dos juntos, abrazados, en silencio, a oscuras. A mi alrededor soy yo la única con cierta actividad mental, aunque este autobús es muy largo y seguro que el francés con sombrero de paja al que le hemos pedido fuego en el área de servicio, está escribiendo poesías para completar la sorpresa que le va a dar a una chica que conoció en Madrid cuando estaba de prácticas. Cuántas historias; como dijo ayer una gran amiga, a veces no valoramos todo lo que tenemos alrededor.

viernes, 8 de julio de 2011

Se acerca el momento

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Las tripas en otro lado, nervios a flor de piel y solo un día para emprender la aventura. Casi un día de intensa actividad antes de llegar a Chicago, la tierra prometida.

miércoles, 6 de julio de 2011

Insomnio pre-Chicago

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Ahora empieza a darme cierto respeto esto de irme tan lejos. Siempre he sabido valerme por mí misma, y no creo que tenga que ser diferente en otra ciudad, pero aún así hay muchos factores que empiezan a no dejarme dormir por las noches a la hora que tenía previsto. Además de repente me siento una completa idiota: parece que por muchos años que lleve estudiando inglés, se me haya olvidado todo. Me pongo melodramática "por lo que pueda pasar", pero él como siempre, aguanta el chaparrón con entereza. No todo son malas sensaciones, ni mucho menos, también paso muchos ratos con la sonrisilla picarona de quien sabe que este va a ser el viaje de su vida. También es eso lo que me tiene despierta ahora: la impaciencia ante tantas cosas nuevas por ver; muchas, maravillas, según he investigado. La espera por conocer a mucha gente nueva, todos ellos con las mismas ganas, supongo, de reír que yo tengo. Y aprender, claro: aprender, descubrir, evolucionar. Estoy segura de que este viaje me va a cambiar, va a ser lo que necesitaba para comprobar que el mundo no se acaba aquí, con los pequeños problemas y alegrías que marcan la pequeña vida diaria en Zaragoza: Chicago amplía potencialmente mis posibilidades, para darme cuenta de que hay tanto...

jueves, 30 de junio de 2011

This is Japan

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"Miradas complementarias sobre el arte japonés actual" es la exposición que alberga el Centro de Historias de Zaragoza hasta el 16 de octubre. La muestra se divide en dos grandes bloques: Japón y España. Eso no quiere decir que en un lado haya animes y en el otro Sorollas. Ni siquiera va por los tiros de la gran influencia del japonismo en el arte español (no estaba la gran Ola de Hokusai). 



De esta parte,genial la expulsión de problemas de Akane Koide
En una primera sala pintada en negro, que daba la vuelta en torno a un panel central en el que podía verse un documental sobre la obra de Yoshitomo Nara, estaba la obra venida "desde Japón". Artistas japoneses que beben de las fuentes del anime, el manga, los videojuegos y otros frutos del consumismo oriental. Estética infantil en muchas de las obras de japoneses como Chiho Aoshima, junto con un simbolismo e incluso surrealismo que muestran un mundo interior complejo. El arte tiene el papel de la liberación de las presiones de esa sociedad consumista, pero al mismo tiempo, consecuencia directa de la misma. Todas ellas obras pictóricas (sobre todo litografías) con fuertes colores, relieves y sombreados pobres, pero con mucha expresividad, a veces ligada a la sensualidad.

Y en la segunda, sobre fondo blanco, las obras de los artistas japoneses que un día decidieron asentarse en España ("desde España"). Este es un bloque de la exposición mucho más dinámico, debido sin duda a la multiplicidad de técnicas, ya que acoge tanto collages, como acuarelas, escultura, objetos decorativos... Destacan Tomomi Nozawa, Mika Murakami, y otros nombres que nos suenan a japonés. Pero sin duda la parte más divertida de la exposición, porque nos obliga a mirar con detenimiento cada obra, pues albergan sorpresas simbolistas que a primera vista no se ven. 


No perdáis oportunidad de visitar esta exposición, porque aunque el arte japonés parece algo muy lejano, es muy divertido. Al menos desde el punto de vista de la tradición artística occidental, que es más solemne. El arte japonés -ya lo aprendí con Yayoi Kusama- es la emergencia del subconsciente sin ningún complejo, temáticas extrañas y técnicas irregulares, pero seguro, seguro que os divertiréis.